
Hace unos días traíamos al blog el término viticultura heroica. Hoy nos acercamos a la viticultura heroica que se practica en España. Hay varios requisitos fundamentales para pasar a formar parte de este selecto club.
La viticultura heroica es la que, por lo general, se realiza a una altitud media superior a los 500 metros. También puede ser la practicada en lugares con una inclinación mayor al 30% o con el viñedo en terrazas. Se suma a esta clasificación la viticultura en pequeñas islas.
En España hay tres denominaciones de origen que cumplen con este requisito. Se trata de la Ribeira Sacra, Priorat y el Vino de Cangas en Asturias. Comenzamos recorrido por la viticultura heroica en España.
Ribeira Sacra, una viticultura para héroes
En la Ribeira Sacra, la distribución del viñedo en terrazas o bancales para salvar la pendiente del terreno impide su mecanización. Está situada a caballo entre las provincias gallegas de Ourense y Lugo. La denominación de origen Ribeira Sacra ocupa una extensión de viñedos de aproximadamente 2.500 hectáreas.
La mayor parte de estos viñedos están dispuestos en esos estrechos bancales. Están construidos piedra a piedra sobre las empinadas laderas. Las múltiples orientaciones que miran a los barrancos de los cauces de ríos y arroyos favorecen la diversidad. Una diversidad tanto de tipos de vid cultivable como de sus peculiares y bellos paisajes.

De este modo, la mayor parte del trabajo es realizada con las manos. Esto permite hablar de viticultura heroica. A excepción de carriles puntuales en algunas viñas para trasladar cajas en vendimia, todo el trabajo lo hacen viticultores y bodegueros de forma manual. Aquí, moverse entre las cepas es un ejercicio de acrobacia.
La DO Ribeira Sacra está dividida en cinco subzonas: Amandi, Chantada, Quiroga-Bibei, Ribeiras do Miño y Ribeiras do Sil.
Los vinos de la Ribeira Sacra son elaborados principalmente con la variedad de uva mencía, aunque también se vinifica la godello.
Las viñas, que se pueden contemplar siguiendo el curso del río, están dispuestas en un sistema de escalones de piedra. Son los conocidos como socalcos, que se extienden a lo largo de toda la ribera.

En la jerga de los viticultores, el concepto de “terruño” se hace más que patente en la Ribeira Sacra. La interacción de aspectos del tipo de suelo, de vid, la orografía o el clima, así como la orientación del viñedo y la acción del hombre a la hora de cultivarla producen vinos con una marcada personalidad.
Los romanos ya tenían en gran aprecio estos caldos, que son afrutados y de gran presencia, ideales para disfrutar con carnes. Se decía que una de las variantes de este vino, el Amandi (procedente de la zona del mismo nombre), se le hacía traer al César desde la Gallaecia romanizada.
Priorat, intensa fidelidad al terruño
La segunda de las denominaciones que se suma a esta lista de la «viticultura heroica» en España es el Priorat. Los vinos de esta región tarraconense se han situado entre los más apreciados del planeta. Y detrás hay, como de costumbre, una suma de factores. Entre los más reconocidos está su intensa fidelidad al terruño.
Hablamos de una tierra integrada en un paisaje de gran belleza que se ha mantenido inalterado a lo largo de los siglos, marcado por la presencia del suelo de llicorella, la pizarra autóctona. Un vino que habla con voz propia, una voz única, la de su terruño. Un vino que se convierte en la voz de la llicorella, su más pura expresión.

Situada en una pequeña zona montañosa, en pleno corazón de Tarragona, Priorat es una de las zonas productoras de vino que en los últimos años ha alcanzado más prestigio en todo el mundo. Limitada por la sierra de Montsant, las crestas de El Lloar y de La Figuera, la Sierra de Molló, está bañada por el río Siurana que atraviesa la comarca vitivinícola marcando una tortuosa depresión completamente rodeada de montañas.
El terreno, junto al microclima, son los principales elementos que aportan la singularidad, el equilibrio, la fuerza y notoriedad de los vinos del Priorat, tal y como explica Salustià Álvarez, presidente del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Calificada. Pero hay un aspecto fundamental, la mano de quien está mñas cerca de la producción. “Los viticultores y enólogos concentran esfuerzo y conocimientos para que la calidad de las uvas llene cada una de las botellas de la DOCa Priorat”, señala Álvarez.
El relativo aislamiento de la zona de la DOCa Priorat respecto de la influencia del mar y la protección que ofrece la sierra de Montsant a los vientos fríos del norte, le confiere unas condiciones climáticas muy peculiares, marcadas especialmente por las notables oscilaciones térmicas entre el día y la noche.
A estas condiciones climáticas se une una particular geografía. La viña se cultiva en costers de pendientes tan pronunciadas que llevan, en algunos casos, a construir terrazas, que son las que dificultan la vinificación y permiten hablar de viticultura heroica en la zona.
El vino de Cangas, en Asturias
El vino de Cangas, en Asturias, también integra esta lista. En las zonas de producción de Denominación de Origen Protegida Cangas el paisaje es abrupto, montañoso y en sus laderas se asientan los viñedos, en pronunciadas pendientes, que hacen que su mantenimiento y cultivo sea difícil, heroico.
Visitar la zona es remontarse al pasado: bosques y viñedos centenarios, oficios tradicionales…. Una mezcla de tradición y evolución que en la viticultura se traduce en mimados viñedos, para conseguir una materia prima de primera calidad.

Los vinos de Canarias
El vino de Canarias, representado en CERVIM través del Gobierno autonómico, también comparte características para ser considerado parte de la viticultura heroica. Canarias produce vinos en las DO Abona, El Hierro, Gran Canaria, Lanzarote, La Gomera, La Palma, Tacoronte – Acentejo, Valle de Güimar, La Orotava e Ycoden – Daute – Isora e Islas Canarias.

Los vinos de Lanzarote son por ejemplo un alarde de heroicidad desde sus inicios. Fue la última de las Canarias en la que surgió la viticultura. Fue por la sencilla razón de que no se daban las condiciones apropiadas para este cultivo. Como muestra un botón: la pluviometría media de la isla es de 150 litros al año y los vientos alisios son bastante frecuentes.
Pero tras las últimas erupciones que tuvieron lugar entre 1730 y 1736, parte de la isla quedó cubierta de “rofe” o ceniza volcánica con diferente espesor (de uno a tres metros según la zona). Los agricultores descubrieron que al excavar para llegar al suelo fértil, la humedad se conservaba. Y en esas condiciones tan particulares crece el vino de la variedad Malvasía.

Periodista y apasionado de los vinos. Editor de webs de divulgación y dedicado a la comunicación corporativa.