
La paella es el plato más internacional de nuestro recetario. Se puede comer paella en cualquier rincón del planeta, eso sí, con el riesgo correspondiente por las variantes existentes y tildadas de “la auténtica”.
Sin lugar a dudas el origen es Valencia, pero, lo que no queda tan claro, dependiendo de a quien escuches o leas, cuál es la receta primigenia y verdadera. Pero no estamos aquí para entrar en ese debate, porque lo perderíamos todos, sino para hablar de su armonía, maridaje o acompañamiento con nuestro protagonista: el vino.
Teniendo en cuenta que la paella acepta variantes dependiendo del gusto de quien la elabore o la pida en el restaurante, también podemos (y debemos) encontrar variantes en su maridaje. Podemos encontrarla de carne, de verduras, de pescado y marisco, la famosa y socorrida mixta o la paella “cámara”: dícese de aquel arroz al que echamos todo lo que encontramos en la cámara frigorífica o que tenemos que gastar con prontitud.

La verdad, es que el arroz en casi todas sus variantes es muy agradecido con el maridaje y permite que el abanico de posibilidades se abra ostensiblemente. Pero también hay que decir que las reglas del maridaje a veces están muy estandarizadas y siempre recomiendo experimentar.
Podemos tomar una paella de marisco con un buen cava. Esa sensación salina y yodada que podemos encontrar en ciertos bivalvos y crustáceos protagonistas de la paella de marisco encajan a la perfección con el cava que, por su carbónico, frescura y acidez se convierte en un elemento conductor de los sabores.
Curiosamente, se suele acompañar la paella con vinos blancos ligeros, cuando lo interesante o más adecuado sería tomar blancos con crianza y con más estructura, especialmente si la paella es mixta o de carne.
Recomendación para maridar la paella: rosado
Pero hoy mi recomendación para acompañar una paella mixta es un vino rosado. Los vinos rosados están un tanto denostados por desconocimiento y tenemos verdaderas joyas en nuestras bodegas.
Lo cierto es que, a pesar de lo que mucha gente cree, elaborar un vino rosado es más difícil de lo que parece y en muchas ocasiones se convierten en un verdadero quebradero de cabeza para sus hacedores, por lo que desde aquí, mi respeto y agradecimiento a todos ellos.

Os invito a probar el Brunus Rosé. Este varietal elaborado con garnacha 100% del Montsant es una de esas joyas rosadas aptas para muchos platos por su versatilidad, frescura y estructura.
Lo primero que atrae es su color rosa intenso y brillante. Destaca pues las tendencias pasajeras ahora están en el momento rosado pálido. Sus aromas nos transportan a la naturaleza por su intensa gama de frutos rojos y flores frescas.
En boca es muy afrutado, envolvente y carnoso, con una excelente acidez lo que nos indica que “vivirá” mucho más de lo habitual en ciertos rosados que caen incluso antes del año. Se mantiene en boca en un largo recuerdo.
Y como último apunte, y para desmitificar, los rosados, como las bicicletas, no son solo para el verano.
Sumiller y Escritor de Vinos. Es formador y asesor gastronómico de empresas de restauración, del sector del vino y otras bebidas. Miembro de la Associació Catalana de Sommeliers entre otras de carácter nacional e internacional. Miembro de la Asociación Española de Periodistas y Escritores del Vino. Ha impartido clases como profesor de sumillería en universidades y en diversos centros públicos y privados. Especialista en quesos (frommelier) y en maridajes. Con un largo y extenso curriculum en el mundo del vino y la restauración, ha participado como jurado en varios concursos nacionales e internacionales. Más información en su Biografía oficial o en www.sumillercampo.com