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Un buen vino

Cariñena: los vinos de las piedras

«Los vinos de Cariñena cada día han ido adquiriendo mayor presencia en todos los mercados y desde el punto de vino de la calidad». Es la valoración del presidente de la DOP Cariñena , Ignacio Casamitjana Barrios. 

Un tercio del vino de Cariñena está destinado al consumo nacional hoy en día, mientras que el resto se exporta a un total de 58 países. Encabezan la lista de las exportaciones del vino de Cariñena Reino Unido, Alemania, Rusia, China, Estados Unidos y Canadá.

En este sentido, destaca «la esencia de El Vino de las Piedras de la Denominación de Origen Protegida Cariñena, con la que el Consejo Regulador demuestra que el buen vino puede emanar del lugar más inesperado».

«¿Cómo a partir de unas tierras pedregosas se pueden elaborar unos de los mejores vinos del mundo?», se pregunta. «De esta pregunta nace “el vino de las piedras”, un mensaje que refleja la vida de un territorio dedicado a la tierra y al vino», explica.

El clima y suelo de la DOP Cariñena

«Los viticultores de la DOP Cariñena pueden considerarse verdaderamente privilegiados por la calidad de sus tierras y de su clima para el cultivo de la vid», valora el máximo responsable de la DOP.

El suelo, el clima, la altitud (entre los 400 y los 800 metros) y la orografía se combinan de diferentes maneras, para dotar al territorio de «una gran aptitud para la actividad vitivinícola».

 Esta combinación favorece además la existencia de distintos microclimas, con lo que los vinos de la DOP Cariñena componen, al final, «un amplio abanico de posibilidades».

Las características de los diferentes suelos de la zona geográfica, sumadas a las condiciones climáticas, con bajas precipitaciones, temperaturas extremas y presencia de cierzo, conforman «un ecosistema selectivo».

Este ecosistema «con el paso de los siglos ha mantenido el cultivo del viñedo, obteniendo un producto final específico y singularizado adaptado perfectamente al medio», destaca Casamitjana Barrios.

La historia de los vinos de Cariñena

El origen de los viñedos aragoneses se sitúa en la región llamada Celtibera, donde se encontraba la villa romana de Carae (hoy Cariñena) de cuyos habitantes se sabe que bebían vino mezclado con miel allá por el siglo III antes de Cristo. Y es allí también donde se encuentra el origen de los vinos de Cariñena, según explica el presidente de la DOP Cariñena.

«Ya en 1415, formaban parte de la lista de alimentos preferentes de los que Fernando I de Aragón tenía previsto acompañarse en un proyectado viaje a Niza que finalmente no se llevó a cabo y en el que iba a tratar con el emperador sobre el Cisma de la Iglesia», relata. 

Según cuenta Esteban Sarasa Sánchez, profesor de Historia Medieval de la Universidad de Zaragoza, el monarca señaló su preferencia por el vino de Cariñena y Longares, el queso de Peñafiel, los perniles pirenaicos o el trigo de Zaragoza.

«Del cariñena hablaron en sus crónicas numerosos viajeros españoles y extranjeros que se aventuraron por la península», prosigue Casamitjana Barrios. Y recuerda como Enrique Cock contaba como en 1585 Felipe II fue recibido en Cariñena con dos Fuentes de vino, “una de blanco y otra de tinto, de las cuales cada uno bebía quien tenía gana”.

Ya en 1696 se aprobó en la villa de Cariñena el llamado Estatuto de la Vid, con el fin de limitar las plantaciones en función de la calidad de la tierra donde fueran a ubicarse los viñedos.

«No es por lo tanto una casualidad que los catorce municipios aragoneses que integran la Denominación de Origen Protegida hayan sido pioneros a la hora de adquirir las obligaciones y los privilegios que ésta conlleva», valora el presidente de la DOP.

«La tierra prometida»: Cariñena

“Si este vino es de vuestra propiedad hay que reconocer que la tierra prometida está cerca”. Con estas palabras agradecía el pensador francés Voltaire el envío que el Conde de Aranda le había hecho de sabrosos caldos de su bodega de Almonacid de la Sierra.

Corría el año 1773 y no era la primera vez que ilustres e ilustrados personajes se dejaban seducir por los caldos cariñenenses.

Viñedo de Cariñena

Viñedo de Cariñena

José Townsend, en 1786, decía: “el vino que produce esta comarca es de la mejor calidad y no dudo de que sea muy buscado en Inglaterra tan pronto como la comunicación por mar sea establecida” 

Más tarde, en 1809, Alexandro Laborde contaba cómo en Cariñena se hacía “un vino exquisito, particularmente conocido con el nombre de garnacha”.

En 1862, Charles Davillier afirmaba en su cuaderno de viajes: “A algunas lenguas (…) se extienden los viñedos de Cariñena, celebres en España desde hace mucho. El vino blanco de Cariñena, cuyo nombre se ve en todas las tiendas de vino de Madrid, merecería ser más conocido fuera de España, especialmente el que se obtiene de la uva llamada garnacha”. 

La filoxera en Cariñena

«La última gran batalla de los vinos de Cariñena, tuvo lugar a finales del siglo XIX», destaca Casamitjana Barrios. La filoxera había acabado con el viñedo francés e importantes familias vinateras del país vecino se asentaron en esta zona aragonesa.

La zona desarrolló a partir de entonces una gran actividad mercantil y científica que conllevó, entre otras cosas, la construcción del ferrocarril de vía estrecha Cariñena–Zaragoza, inaugurado en 1887 para sacar las producciones de la zona. 

Posteriormente, la celebración del primer congreso vitivinícola nacional en 1891, en Zaragoza, refleja la inquietud pionera de Cariñena. 

Paisaje de Cariñena

Paisaje de Cariñena

«Su trayectoria histórica y el ejemplar comportamiento de los viticultores cariñenenses en la lucha contra la filoxera», una plaga que arrasó todo el viñedo europeo a finales del siglo XIX, sirvió a la población de Cariñena para recibir el título de ciudad, otorgado por el rey Alfonso XIII en 1909.

En 1932, coincidiendo con la creación de las denominaciones de origen se inaugura la Estación Enológica de Cariñena. Desde allí se impulsan nuevas técnicas de cultivo y elaboración, pero la Guerra Civil y sus posteriores consecuencias retrasan el giro hacia la calidad hasta los años setenta, poco después de que los vinos comenzasen a ser embotellados. 

Es en los años ochenta cuando se da el gran salto cualitativo en la elaboración del vino con la introducción de nuevos sistemas de cultivo. Llega entonces la inversión en tecnología y la adopción de nuevas prácticas enológicas.

La historia de la DO Cariñena

La Denominación de Origen viene reflejada en al Artículo nº 34 del Estatuto del Vino de 8 de septiembre de 1932, siendo el primer reglamento según la orden del Ministerio de Agricultura de 25 de mayo de 1960.

Actualmente agrupa a 33 bodegas. Abarca un área geográfica ubicada en pleno Valle del Ebro, con viñedo repartido entre las poblaciones de Aguarón, Aladrén, Alfamén, Almonacid de la Sierra, Alpartir, Cariñena, Cosuenda, Encinacorba, Longares, Mezalocha, Muel, Paniza, Tosos y Villanueva de Huerva.

«Durante estos años se han producido diferentes evoluciones agronómicas, enológicas y desde el punto de vista comercial y de marketing», detalla el presidente de la DOP Cariñena.

También destaca que «ha tenido que evolucionar el Consejo Regulador en su propio funcionamiento». «Actualmente somos unas de las primeras Denominaciones de Origen acreditadas en la normativa de calidad 17065 por la Entidad Nacional de Acreditación (ENAC)», subraya.

«El primer cambio se produce en los años 70 con el embotellado de los vinos, y es a finales de los años 80, cuando se comienza con los controles en las bodegas y en los vinos para definir las calidades».

Pero Casamitjana Barrios sitúa el punto de inflexión en los años 90, «inicialmente con la evolución en el viñedo mediante los diferentes planes de reestructuración».

Le siguió «el proceso de elaboración de nuestros vinos, con la modernización de las instalaciones en las bodegas». Y todo esto se acompañó de «la inversión realizada tanto por la DOP Cariñena como por las bodegas en promoción e  imagen, fruto de todo ello es que el consumidor español aprecia cada día más los caldos de la DOP».