
La región geográfica de La Mancha conforma el mayor viñedo de España y de Europa. Un mar de viñas en el que hay algunos tesoros escondidos. Hoy nos acercamos hasta uno de ellos, la finca Tinedo.
Situada en Socuéllamos, Ciudad Real, en esta finca se producen actualmente vinos no adscritos a ninguna Denominación de Origen (DO). Están unidos en cambio a la historia de esta finca, que es más longeva que cualquier DO.
Finca Tinedo es una finca familiar que desde 1846 elabora vinos de finca y de parcela. A día de hoy va por la quinta generación, con Manuel Álvarez-Arenas a la cabeza. Tras una temporada elaborando vinos destinados a la exportación vuelven a mirar a España y lo hacen con producciones que buscan reivindicar el legado familiar.
Una bodega que guarda una historia
Álvarez–Arenas ejerce de director general de la bodega. Fue su bisabuela, Doña Esperanza, una mujer muy emprendedora, quien a finales del siglo XIX, decidió instalar una bodega en la finca para elaborar vinos que expresaran las características de este pequeño viñedo manchego.
Con la llegada de esta quinta generación, se dio un impulso importante a la finca. Se apostó por la elaboración de vinos en principio sólo para exportación. Pero el ímpetu, las ganas e ilusión por continuar con el legado familiar, les lleva a tomar la decisión de comercializar sus nuevos vinos en España.
Sus vinos de parcela y de finca son el resultado de su pasión por mostrar al mundo todo lo que el terruño de este pequeño oasis en La Mancha puede dar, vinos ecológicos con una viticultura sostenible.

Para Manuel Álvarez–Arenas, el viñedo tiene “una cualidad de permanencia que trasciende a las propias personas que, en un momento u otro, nos vinculamos a él. Y nuestras propias historias y vivencias, las de todos los que estamos y hemos estado en él, se entrelazan precisamente a través de la viña”. Además del viñedo, ha creado un buen equipo y cuenta con la asesoría de la enóloga Silvia Burruezo para la elaboración de los vinos.
Finca Tinedo vuelve a mirar a España
Finca Tinedo cuenta con un viñedo ecológico de 47 hectáreas, dividido en 22 parcelas, en las que destacan las variedades Tempranillo, Syrah, Graciano, Cabernet Sauvignon y Moscatel de Grano Menudo. Una de las máximas de Manuel Álvarez–Arenas es que “todos los recursos de la bodega se ponen al servicio de la expresión del terruño”.
Desde que iniciaron la andadura de esta etapa liderada por Manuel, el foco ha estado en los mercados internacionales, que saben apreciar las peculiaridades del vino que se elabora en Finca Tinedo. Ahora, quieren apostar también por el mercado nacional, que poco a poco sabe valorar a joyas como Tinedo, resistentes a la explotación mayoritariamente latifundista del vino de La Mancha.
Joyas que conservan una forma de hacer que ha pasado de generación en generación, pero que además han conseguido introducir la innovación, como es el caso de la crianza en hormigón, siempre con una coherencia y apego con el terroir. Asi lo demuestran creaciones tan particulares como su último blanco elaborado con Moscatel Seco. Un vino que nos presenta la otra cara de la variedad moscatel.
Charlamos a continuación sobre Finca Tinedo con su actual alma máter, un ingeniero ambiental dedicado al mundo del vino. Queremos conocer de primera mano su visión del vino que con tanto mimo crea desde esta bodega en Socuéllamos. Hablamos de vino desde un muy especial lugar de La Mancha.
¿Qué tal la experiencia vendiendo vinos de exportación?, ¿durante cuánto tiempo ha sido ese el foco?
En nuestro caso la exportación ha sido el principal destino de los vinos embotellados desde que iniciamos su venta en 2010. Nos vimos claramente beneficiados por una serie de factores que resultaron muy favorables para atraer importadores de otros países.
El estilo de vino en primer lugar: vinos de finca, de familia, con una historia interesante, elaborados con mucho cuidado y con un estilo contemporáneo que estaba en línea una demanda creciente de vinos con buena fruta, maderización muy controlada y con fuerte personalidad.
En segundo lugar una imagen potente y muy actual, con unas etiquetas rompedoras que llamaron mucho la atención en su presentación en Prowein en 2010, siendo elegidas las 2 etiquetas que allí llevamos entre las 10 más interesantes de la feria.
Por último, ofrecíamos vinos resultaban muy competitivos en su rango de precio. Las vinificaciones y crianzas en hormigón, especialmente éstas últimas, resultaban además entonces muy novedosas y el resultado de vinos con estructura y complejidad, pero con frutas muy bien marcadas que destacaban con fuerza su terroir, resultaban muy llamativas.
Desde entonces hemos mantenido el foco en la exportación, lo que nos ha permitido la consolidación de la bodega, con presencia ya en 23 países. Esta consolidación y los cambios que percibimos en el mercado español nos animan ahora a poner el foco en el mercado nacional, que es nuestra mayor ilusión.

¿Por qué volvéis a comercializar en España?
En los últimos años se está produciendo una evolución evidente en la forma en la que el consumidor español se aproxima a los vinos españoles, mucho más motivado por descubrir la complejidad y variedad de nuestras vinificaciones y de los distintos orígenes de nuestros vinos.
Esa pregunta que hasta hace poco resultaba tan familiar en un restaurante de que vino desea, ¿Rioja o Ribera? Diría que carece hoy de sentido, por excluyente de tantas oportunidades interesantes para la mayor parte de los consumidores, más curiosos e inquietos, más abiertos a disfrutar de la complejidad y variedad de la oferta de vinos españoles.
¿Cómo influye la presentación del vino?
Paralela a esta evolución en el gusto por nuevos vinos y en el interés por las distintas regiones de producción ha ido una apertura hacia las nuevas formas de presentación del vino. Hemos pasado de la preminencia de etiquetas absolutamente clásicas (¿quién se acuerda ahora de aquellas etiquetas con abundancia de blasones?) al interés por etiquetas que muestren el vino como un elemento vivo de la cultura actual.
Todo este proceso nos favorece al perder su vigencia ciertos prejuicios que pudieran existir hacia los vinos de calidad de regiones como La Mancha, al orientarse cada vez más el interés el consumidor hacia las nuevas formas de expresión del vino, de los valores del terroir (con conceptos tan apropiados a Tinedo como los de vinos de finca y vinos de parcela) y al favorecer, en definitiva, una imagen del vino mucho mejor centrada en nuestros valores culturales actuales.
En definitiva, los criterios de compra del consumidor de vinos en España creemos que nos ofrecen ahora una buena oportunidad para poder entrar en sus casas y por ello hemos decidido apostar por nuestra presencia en el mercado nacional.

¿Escasean las fincas con personalidad e historia en La Mancha?, ¿antes había más?
La Mancha tiene una historia larguísima, y en general no bien conocida, en la producción de uva y elaboración de vinos, cuyo origen parece encontrarse ya en la época romana y que ya era importante en el siglo XII.
Sin embargo es su historia más reciente, determinada por la desolación producida por la filoxera en el viñedo europeo a mediados del S. XIX y el papel de reserva vitivinícola europea que entonces asumió la región, la que ha marcado el perfil más conocido de La Mancha y la evolución de nuestras bodegas, con proliferación de grandes bodegas y cooperativas que son con las que, normalmente, se asocia el vino de la región.
¿Qué ocurrió con las bodegas pequeñas y medianas?
Poco a poco las bodegas pequeñas y medianas fueron perdiendo rentabilidad en un mercado de márgenes muy estrechos y dominados por el volumen. En nuestro caso el que la bodega se mantuviese se debió a circunstancias poco probables, dominadas por la determinación y el empeño de nuestros padres y abuelos por mantener, incluso contra toda lógica de negocio, una bodega familiar destinada a la elaboración de vinos procedentes exclusivamente de la propia finca.
Así, se mantuvo abierta esta bodega cuando la gran mayoría de las pequeñas bodegas familiares fueron transformándose o cerrando. Ese empeño de nuestros padres y abuelos es del que nos beneficiamos ahora.

¿Qué supone para ti el legado familiar?
No considero relevante el concepto de legado en tanto que patrimonio de familia que va sucediéndose de padres a hijos, pero sin duda sí que ha resultado definitivo para nosotros en su sentido más emocional, de trasmisión, de vinculación y compromiso. Este aspecto del legado sí que es interesante, porque es la principal causa de la implicación con el cuidado de la finca y del conocimiento de la viña.
Los vínculos emocionales que se inician con la infancia, a los que asocias además el recuerdo de tus padres y abuelos, favorecen una conexión muy íntima y especial con el viñedo y la bodega. Ese vínculo emocional es el que evitó la desaparición de la bodega en el siglo pasado, cuando las circunstancias no eran favorables a este tipo de bodegas en la región, y es el que ahora ha hecho posible en nuestro caso el impulso de un modelo reivindicativo del terroir y del vino de finca.
¿Qué papel juega el elemento emocional en el vino?
El elemento emocional es el impulsor de la continuidad supone un interesante contrapeso al concepto más firme y estable que suponen el propio terreno y el viñedo y la combinación de ambos es la que nos da sentido en este momento. Quiero decir con esto que el aspecto emocional que surge de ese legado es, a la vez, muy personal y, por lo tanto, más sensible a los gustos de cada persona y, en nuestro caso, eso nos permite expresar el viñedo de siempre desde una visión más personal y adecuada al momento.
De esta forma, para nosotros ha sido muy natural la apuesta por un estilo de vino que, respetando los principios del terruño, se expresase con características que consideramos más ajustadas a los valores culturales y a los gustos del momento actual. Así conseguimos una evolución del vino manteniendo intactos los valores más persistentes del viñedo y del terroir.
Al mismo tiempo, el vínculo con la tierra refuerza el empeño por mantenerla en las mejores condiciones y ha facilitado, de este modo, nuestro compromiso con la sostenibilidad ambiental y social del negocio familiar.

¿Qué vinos destacarías entre los que producís?
Desde el principio apostamos por limitar mucho el número de referencias en la bodega. Durante bastantes años teníamos solo dos, Cala N.1 y Cala N.2, dos vinos que, aún compartiendo una base común de tempranillo, se diferencian en coupage y elaboración, dando como resultado dos claros exponentes de lo que entendemos es Finca Tinedo.
Son dos vinos que se complementan muy bien y resulta muy interesante catarlos juntos, manifestándose con mucha claridad la forma en que las diferencias de coupage y elaboración determinan uno y otro vino y, a la vez, se ponen de manifiesto las características comunes que los identifican claramente como vinos de una misma finca. Es fascinante.

Y destacaría también los vinos de parcela en los que hemos estado trabajando estos años y que estamos presentando en 2021, monovarietales que reflejan las características y adaptación de distintas variedades a las condiciones específicas de parcelas pequeñas dentro de la finca, con elaboraciones adaptadas a cada caso y que identificamos con la denominación común de Finca Tinedo Selección Parcela. Uno de estos vinos es el moscatel seco 2020 que hemos presentado recientemente y que yo destacaría por ser realmente nuestro primer blanco.
¿Qué características geográficas y climáticas tiene Finca Tinedo?
Frecuentemente se piensa que el viñedo en La Mancha es un viñedo homogéneo, con una baja variabilidad de suelos que limita la diversidad de su producción. Lo cierto es que sí podemos encontrar dentro de una misma finca importantes diferencias que favorecen desarrollos diferenciados de la vid; en nuestro caso, encontramos en Tinedo diferencias en los tipos de suelo a los que las distintas variedades de uva son muy sensibles, lo que nos permite una plantación muy orientada en cada parcela de aquellas variedades con mayor potencial de expresión.
El principal tipo de suelo resulta de la descomposición de la marga caliza de origen marino, que ha dejado una superficie arenosa y una capa arcillosa en el fondo que asegura disponibilidad de agua en los meses más duros del verano, que asegura vigor a la planta y la producción de frutos de piel gruesa, plenos de color y taninos agradables.

La finca es atravesada en una de sus partes por una franja de aluvión de río, con suelos ricos en arcilla caliza y grava silícea. En las terrazas bajas del aluvión el suelo es más fuerte y difícil de trabajar, por lo que es en esta zona en la que se levantó la quintería y se han plantado las variedades blancas, que se benefician de esta fortaleza. El aluvión más antiguo (terrazas altas) se ha degradado, dejando la grava y la arena en superficie y la arcilla y la piedra caliza debajo. Los vinos que proceden de esta zona son florales con tanino fresco, fruto de la influencia de la grava silícea ácida de la superficie.
¿Han cambiado las variedades que cultiváis a lo largo de los años?
En 2005, cuando decidimos que nuestro interés debía de centrarse en embotellas nuestros vinos de fincam, entendimos que debíamos centrarnos en aquellas variedades con las que mejor pudiéramos expresar la finca y entre 2005 y 2007 replantamos con distintas variedades de tempranillo (incluyendo un tempranillo masal y un tinto del país), de syrah, graciano y cabernet sauvignon, además de algunas variedades blancas que originalmente queríamos destinar a los coupages de los vinos de calidad, como el moscatel de grano menudo y el sauvignon blanc.

Todas ellas son variedades que se comportan muy bien y con capacidad para aportar a los vinos. El graciano, por ejemplo, añade un extra de acidez, de frescor, además de sus aportes aromáticos, que agradece mucho el tempranillo en crianza larga en barrica. Cada variedad nos aporta riqueza de ensamblaje y nos permite equilibrar mucho mejor nuestros coupages, además de ofrecernos ahora la posibilidad de ofrecer algunos monovarietales muy interesantes

Periodista y apasionado de los vinos. Editor de webs de divulgación y dedicado a la comunicación corporativa.