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Un buen vino

Más que vino: las acrobacias de tres amigos unidos por el vino

‘Más que vinos’, es el nombre de un proyecto enológico puesto en marcha por tres amigos y grandes conocedores del vino.

Lo explica una de sus integrantes, Alexandra, como portavoz de los tres: “Nos conocimos en el año 1998 en la bodega de Remírez de Ganuza, en La Rioja, donde May y Gonzalo trabajaban de asesores. Yo fui a trabajar la vendimia. Nos hicimos amigos enseguida y, a comienzos del año 1999, decidimos unirnos para formar el equipo Más Que Vinos como enólogos asesores para varias bodegas en España y a la vez empezar con nuestro propio proyecto en Dosbarrios/Toledo, el pueblo natal de Gonzalo, donde su familia tiene viñedos viejos».

Alexandra, May y Gonzalo, de Más que vinos.

A Alexandra Schmedes le acompañan en esta aventura Gonzalo Rodríguez y Margarita Madrigal (May). «Al ser 3 enólogos, cada uno con sus propias experiencias e ideas, el trabajo en nuestro equipo es muy creativo y abierto a probar cosas nuevas», cuenta Alexandra.

Apuesta por los vinos ecológicos desde el principio

Desde el principio apostaron por vinos ecológicos. Y tiene muy claro el porqué: «Creemos que proteger nuestro entorno y evitar el uso de productos que lo pueden dañar es fundamental. El viñedo ecológico requiere mucho más trabajo y hay que cuidarlo más, pero merece la pena».

Viña La Madre, en la Finca El Horcajo
Viña La Madre, en la Finca El Horcajo. Más que vinos.

«Para mantener el equilibrio se necesita destreza, conocimiento y cuidado. Igual que los acróbatas con sus bellos movimientos, en Más que vinos hacemos vinos en armonía con nuestro entorno», ejemplifica.

Trabajan con las cuatro variedades de uva que son autóctonas de esta zona de la Mancha: Airén, Malvar, Cencibel y Garnacha. El respeto por la tradición vinícola de esta zona les hizo crear en plena Meseta de Ocaña esta bodega, basando su trabajo en la filosofía de cultivar las variedades autóctonas.

Y prosigue: «Los vinos son el puro reflejo de esta tierra. En ellos se perciben los olores y sabores de la meseta alta con su clima continental extremo. Desde siglos se cultivan estas 4 variedades aquí y se han adaptado perfectamente a este hábitat, cosa que es muy importante al querer hacer vinos equilibrados».

Garnacha de la Madre: un vino para una tarde de verano

Una de sus creaciones es la Garnacha de la Madre, un monovarietal elaborado 100% con la variedad garnacha. Era verano y corría una ligera brisa cuando bebí este vino. Pensé que el momento era perfecto. Pensé que la garnacha era mi mejor compañeras para esa tarde.

La viña de la Garnacha de la Madre se encuentra en su finca Horcajo, en un valle. Ahí el clima es más fresco que en la meseta y todo el ciclo vegetativo más lento.

«Esta circunstancia resulta en una fruta pura, fresca y aromática, pero a la vez concentrada y equilibrada», valoran. Por ello han optado por criar este vino en un cono de cemento durante 12 meses «para respetar esta fruta única al máximo».

Botella Garnacha de la Madre
Botella de Garnacha de la Madre, de Más que vinos.

La vendimia se realiza de manera manual y en cajas, a comienzos de octubre. La fermentación es espontánea en tinajas y está seguida de una crianza también en tinaja durante 12 meses.

Nos encontramos con un vino que se presenta con un color rojo intenso, de tonos rubíes. Los aromas nos traen recuerdos especiados a pimienta blanca, con toques intensos de curry y se entremezclan con matices de grosella.

Caminando sobre botellas

Es un vino elegante y fino, que nos trae de frente a la presencia de la garnacha, con sus sabores a frutas rojas ácidas y matices minerales. Vino de cuerpo medio, el retrogusto es largo y elegante debido a la buena acidez y los taninos suaves.

Como vino veraniego, permite acompañar a un pescado azul y frito o la caza menor de pluma, perdiz y codorniz, las carnes blancas o platos especiados.