
Bodegas Tarón es la bodega más al norte de la DOC Rioja. «Desde nuestra fundación en los años 60 quisimos aunar los esfuerzos de los viticultores de cuatro pequeños pueblos de Rioja Alta: Cuzcurrita de Río Tirón, Sajazarra, Tirgo y Villaseca, y expresar el carácter de esta comarca, la más septentrional de Rioja en los vinos que elaboramos». Lo explica en declaraciones a ‘Un Buen Vino’ Gonzalo Salazar de Gurendes, director gerente de Bodegas Tarón.
La geografía privilegiada de Bodegas Tarón
Ser la bodega situada más al norte de Rioja «implica un clima más atlántico que mediterráneo con temperaturas más frescas y más precipitaciones». Además, los viñedos de los que salen los vinos de Bodegas Tarón están «entre los más altos de La Rioja», destaca Salazar de Gurendes.

Esos viñedos se sitúan muy cerca de los Montes Obarenes, un sistema montañoso que forma parte de las estribaciones de la Cordillera Cantábrica y que cuenta con una altitud media de entre 800 y 900 metros, con puntos de hasta 1500.
Concretamente, los viñedos de Bodegas Tarón están situados hasta a 700 metros de altura. Se asientan sobre suelos arcillo-calcáreos que proporcionan a los vinos «una excelente acidez, ideal para los tintos con largo tiempo de crianza». A eso añaden un pequeño porcentaje de viñas con suelo pedregoso, que aportan color y estructura a los vinos.

Nos encontramos con una tierras «difíciles de cultivar pero que dan como resultado vinos con mucha personalidad». «Hemos sido conocidos desde siempre porque nuestras uvas, debido a la buena acidez, son muy aptas para envejecer y criar en barrica», destaca orgulloso el director gerente de Bodegas Tarón.
La influencia del aumento de temperaturas
«Fundada en 1964, hasta principios del siglo XXI, solo nos movíamos a nivel local. Al ser la zona más fría de Rioja, era difícil hacer buenos vinos tintos con continuidad, puesto que en muchas cosechas no se alcanzaba un grado alcohólico elevado», relata.
«Con el aumento de temperaturas provocado por el cambio climático, este grado aumenta y nos permite desarrollar una gama de vinos propia que comercializamos actualmente en más de 20 países», prosigue.

Además han lanzado un proyecto enoturístico que, con el nombre de ‘Territorio Tarón‘ busca «dar a conocer esta zona relacionando el patrimonio histórico-artístico, especialmente el arte románico, con el cultivo de la vid y la elaboración del vino».
Los vinos de Bodegas Tarón
Bodegas Tarón elabora vinos tintos, blancos y un clarete. En cuanto a las variedades para los vinos blancos vinifican principalmente viura y tempranillo en las tintas, con algo de garnacha y mazuelo.

Cuentan en el lado de los vinos tintos con una amplia gama de vinos en lo que es posible disfrutar de un cuerpo y elegancia que «aprecian el tiempo de crianza en barrica y botella, manteniendo sus excelentes cualidades a lo largo del tiempo». Se trata de los siguientes vinos tintos:
- Tarón Tempranillo (vino joven).
- Tarón 4M (4 meses en barrica).
- Tarón Crianza.
- Tarón Reserva (viñedos viejos).
- Tarón Cepas Centenarias.
- Pantocrator (edición limitada en añadas excelentes).
Por su parte, los vinos blancos presentan una frescura y excelente acidez en sus tres versiones: Tarón Blanco (seco), Tarón Blanco Fermentado en Barrica y Beso de Sirena (Semidulce).
Tarón Clarete, es «el vino de nuestros abuelos» -confiesa Salazar de Gurendes- «con una vinificación única en el mundo, mezclando uvas blancas y tintas».

Una cooperativa que da personalidad al vino
A día de hoy un total de 220 cooperativistas forman parte de Bodegas Tarón con 700 hectáreas de viñedo propio en las citadas localidades de la Rioja Alta. Un modelo no tan frecuente como cabría esperar.
Por poner un ejemplo en Rioja hay unas 30 cooperativas dedicadas al vino de un total de 494 bodegas registradas. En toda España las cooperativas son 600, con Castilla-La Mancha, Cataluña y Valencia a la cabeza en número.

La cooperativa en el mundo del vino es frecuente normalmente «como suministrador de graneles», pero también y cada vez más «como embotellador y comercializador de sus propias marcas», explica Salazar de Gurendes.
En este sentido, detalla que «la propiedad de la bodega cooperativa recae en los propios viticultores que representan la personalidad de sus uvas en función del pueblo o comarca donde las tienen plantadas». «Es el espíritu primitivo de lo que se ha venido en llamar vino de pueblo«.

Periodista y apasionado de los vinos. Editor de webs de divulgación y dedicado a la comunicación corporativa.